A lo largo de su historia, los pueblos originarios de Amerindia han ejercido numerosas y variadas formas de trabajo comunal bajo los principios de: cooperación, reciprocidad, corresponsabilidad y solidaridad comunitarias (Contreras, 2020).
A partir de estos métodos, los pueblos buscan asegurar y proteger la vida digna de la colectividad, en donde la paz, la justicia,
el equilibrio, la seguridad y la felicidad son el resultado de relaciones intersubjetivas sanas, que permiten a las personas
reconocerse en las demás, en tanto los sustentos que les otorgan autenticidad y legitimidad son la familia y la comunidad
ENFOQUE DE LA UAC
DIVERSIDAD METODOLÓGICA EN LOS PROGRAMAS DEL TBC
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(Gutiérrez, 2019), pues es su origen y, por ende, dónde y cómo se constituye su subjetividad. De tal manera que las buenas
relaciones que se promueven tienen como fundamento y fin último, es decir, como principio y fin, la alegría de vivir de/en la
comunidad.
Existen diversas formas de nombrar el aporte que la persona realiza hacia la comunidad, algunas de ellas son tequio, tequil,
faena, gozona, fajina, guelaguetza, tarea, córima, trabajo de en medio y mano vuelta, pero independientemente de la
categoría que se emplee, tiene un profundo sentido de servicio y amor para con las otras personas que son el propio reflejo. La
reciprocidad aparece en el concepto guaraní de amor (ayhu, mborayhu, como sentimiento de afección intensa y de protección
de la otra persona; juayhu, como amor mutuo), en la emoción y en la ética. Amar es una proyección ética: es tener interés por
la otra persona, y esa reciprocidad, tan común y cotidiana en Indoamérica, es evidente y se manifiesta de manera condensada
en la fiesta (Reygadas y Contreras, 2021b). El intercambio, producto de la reciprocidad, señala Dussel (citado por Reygadas y
Contreras, 2021b), es un diálogo social, mediante el cual lo que más circula es el prestigio de quien sabe dar y la alegría de quien
sabe recibir.
Con base en lo anterior, se propone que la implementación del proyecto de desarrollo comunitario, cuya implementación
conducirá el estudiantado, recupere el sentido profundo de dar generoso trabajo y recibir alegremente el de las demás
personas. En donde la participación y la organización colectiva son el resultado de la integración y acompañamiento a las
comunidades desde el respeto y reconocimiento hacia éstas y sus saberes, así como la posibilidad de problematizar y realizar
un desmontaje crítico de aquellas prácticas o conceptualizaciones aceptadas social y comunitariamente que pueden tener
como origen asimetrías en el ejercicio del poder, la opresión y la dominación.
A diferencia de la visión tradicional del trabajo territorial que se realiza desde una intervención que implica una irrupción que
en muchos casos puede alterar, e incluso vulnerar, las dinámicas y prácticas de las colectividades al desarrollarse desde afuera
y desde arriba, en términos epistemológicos, la inserción implica la recuperación de la conexión y amistad, en donde el proceso
se gesta desde abajo en la base territorial y desde adentro. Como se explicitó previamente, se es parte de la comunidad y el
trabajo territorial que implica el proyecto comunitario se realiza como un servicio de amor a la misma en aras del bien colectivo
y del buen vivir.
Este trabajo respetuoso derivará en una atmósfera de vinculación y religación comunitaria, con el acompañamiento que realice
el estudiantado, para que el proyecto comunitario sea producto del diálogo, acuerdo y consenso, que se reconozca como un
proceso propio de las personas que habitan los espacios en donde este se desarrolle y, por lo tanto, se asuma la responsabilidad
en el cuidado de éste por representar la posibilidad de restituir o garantizar el ejercicio de los derechos humanos. Este servicio
de amor a la comunidad, que implica el desarrollo del proyecto y la inserción, requiere de manera obligada de la simpatía y la
empatía comunitarias.
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Uni

- Profesor: Ramona Sarahi Lopez Camacho